domingo, 11 de julio de 2010

Cazadores-recolectores en la selva digital

Enrique Valiente Noailles

¿Están los medios de comunicación contemporáneos modificando la manera como pensamos? ¿Qué efectos tienen la Web, Twitter, Facebook, los teléfonos celulares, etcétera, sobre las mentes, no sólo de los más jóvenes, que son sus mayores usuarios, sino también del universo adulto? ¿Avanzamos hacia un pensamiento episódico, fragmentario, no hilado por la secuencia sino por la conexión? Nicholas Carr, escritor de ciencia ficción, apoyado en estudios científicos y en su propia experiencia, dice en su reciente libro The Shallows que los nuevos medios no están cambiando solamente nuestros hábitos sino también nuestro cerebro. Cuenta que él ya no piensa como solía pensar. Se pone nervioso frente a la lectura de un texto largo, porque su mente le exige ahora, luego de muchos años de usar Internet, el estilo de alimentación que le ofrece la red digital. Carr, que es un tecnófilo y no un tecnófobo, dice que estamos evolucionando de ser cultivadores del conocimiento personal a ser cazadores-recolectores en la selva digital.

En todo caso, es evidente que está ocurriendo un cambio en el modo como se le presta atención al mundo. Es más difícil hoy que antes, para jóvenes y adultos, concentrarse a fondo en un texto, escuchar una larga sinfonía, sostener un pensamiento, o habitar alguna experiencia única por un tiempo prolongado. Va disminuyendo, de a poco, la capacidad de prestar atención profunda a una sola cosa y crece, en cambio, una atención fragmentaria, multidireccional y multi-tarea. Este nuevo modo de atención es, por su modalidad saltarina, una forma de distracción. Descrema la superficie de las cosas y de los acontecimientos, sin adentrarse en ellos. Es una atención que siente que está perdiéndose algo en alguna otra parte, una sensación de bulimia ante el exceso ofrecido, ante tanto plato servido, que le impide detenerse a disfrutar alguno en particular. Los nuevos medios tienen la facultad de generar una ansiedad (lo sabe cualquiera que haya olvidado algún día su celular) que ellos mismos se encargan luego de reconfortar.

¿Por qué nos vemos inclinados hacia esta nueva forma de interactuar con el mundo? Por un lado, se va modelando un universo atractivo, por su falta de linealidad, por su multiplicidad de puntos de vista, por su narrativa hipertextual, por su capacidad de acercar súbitamente realidades alejadas entre sí, por su potenciación de lo inesperado. A la vez, el diseño de esta forma de atención neutraliza algunos fantasmas. Porque las nuevas tecnologías, por su ubicuidad e instantaneidad, generan la ilusión de abolir el espacio y el tiempo. Ofrecen una percepción de presente continuo, en la que el tiempo pasa sin deterioro; generan la ilusión de una espacialidad continua, no expuesta a los hiatos de la soledad. En todo caso, ya McLuhan pensaba que los medios de comunicación eran extensiones o prótesis de alguna facultad mental o física del ser humano. Así, las actuales redes son una prolongación de nuestro sistema nervioso central. Pero, a su vez, puede que el hombre se esté convirtiendo de a poco en una prótesis de los medios mismos, en una extensión de las facultades y estilos de su propia creatura.

Diario La Nación. Enfoques. Domingo 4 de julio de 2010