lunes, 20 de abril de 2009

EL DISEÑO RINDE EXAMEN

Existen veintiséis carreras de grado de diseño en las universidades argentina Existen corrientes ideológicas convergentes en ellas y una sensación nueva, la de reconocer el contexto regional y el lugar en el mundo para el diseño. También existe la apremiante necesidad de vincularse (aquí con alto conocimiento de causa) a la realidad industrial y social. Y de fomentar la educación continua.

Al hablar de ideología fundante, es inevitable mencionar a la Bauhaus y a la Escuela de Ulm con Tomás Maldonado como modelos conceptuales. “La Ulm, desde su posición indiscreta en la historia de la enseñanza del diseño, es la bisagra entre dos universos: el modernismo y su extensión, el postmodernismo; la escuela que abre al diseño a las dimensiones racional, proyectual, política, social, crítica, tecnológica, científica y ambiental; la institución que define la autonomía del diseño respecto del arte...[...] Sus fuertes convicciones, en los años cincuenta y sesenta, hicieron que todas las escuelas se encontrara influidas por Ulm”, afirma Silvia Fernández en el artículo académico “hfg ulm: en el origen de la enseñanza de diseño en América Latina”, de 2004.

Para algunos, los conceptos ulmitas se arrastran hasta la actualidad. Para otros, ya son pasado pisado.

La DI Beatriz Galán, egresada de La Plata y docente e investigadora en FADU UBA, considera fundante al impacto ulmita pero visualiza que las crisis recientes del país, “ayudaron a transformar la forma de enseñar y hacer agenda local con diversos matices pedagógicos”. Sin embargo, el fin de la convertibilidad marcó otro paradigma, el del diseño como diseño de prototipos, según la visión del arquitecto Reinaldo Leiro, profesor consulto de la UBA y empresario del rubro equipamiento: “En la facultad, se enseña a imaginar lo que no existe y cómo se fabrica, pero raramente se menciona la decisión intermedia de si se hace o no producto. Hay reticencia en el diseño a unir su esencia a un empresario. El primer diseño de Ulm nació con esa unión. Algunas cátedras acercaron al estudiante con la industria pero no son esfuerzos orgánicos; por eso se precisa de la promoción desde alguna institución nacional”.

Los últimos veinte años, según Enrique Longinotti, -quien fuera director de la carrera de Diseño Gráfico, hoy al frente del posgrado Dicom-, han puesto en duda toda la doctrina de la austeridad estética y el programa de necesidades en los desarrollos metodológicos. “Las visiones alternativas hacen hincapié en la capacidad de significar y simbolizar por encima de la simple interpretación de la necesidad funcional. En este sentido, las carreras de diseño actuales se conectan cada vez más con estos aspectos expresivos e identitarios, y recuperan la diversidad y pluralidad propias de la posmodernidad, pero también sus confusiones y malentendidos. Sin embargo, y quizás prolongando los malentendidos, en estos tiempos ha recrudecido una reacción «noventosa», que entiende al diseñador como operador del mercado, simple eslabón en la cadena de valor y por lo tanto, adaptable y adaptado”. Por suerte, siempre según

Longinotti, “también hay criterios que apuestan a la capacidad innovadora que tiene la didáctica del diseño para el mismo diseño, en su futuro accionar en lo real, buscando transformaciones más que seguridades”. En ese sentido, el diseñador señala que las largas horas de taller heredadas de la arquitectura ponen el énfasis en la resolución formal, mientras que la enseñanza actual sobreentiende que el diseñador debe ser “todo terreno”.

Rosario Bernatene, DI y profesora de Historia del diseño en la UNLP, confía en que no hay una única ideología y ni siquiera una dominante. “Estamos ante una pluralidad de corrientes e intereses. Quizás arriesgaría que un rasgo filosófico común es el positivismo y el rasgo político es el desarrollismo, con sus alcances y limitaciones”. Por su parte, el DI Daniel Wolf, coordinador de Diseño Industrial en la Universidad de Palermo, coincide con la multiplicidad. “Sí, se perciben modelos que conviven: el romántico del diseñador-artista, el comprometido políticamente del diseño social o ecológico, el modelo de supervivencia de la autoproducción, el ingenieril del diseñador-tecnólogo y el comercial del diseñador empresario o de gestión. La formación es heterogénea y cada estudiante va construyendo su propio perfil”, remarca.

La pedagogía argentina se presenta dinámica, abierta a los cambios. Más allá de las influencias, María Carmen Frigerio, una de las autoras de “Acerca de la enseñanza del diseño”, explica que el desafió actual pasa por “encontrar el modelo entre un saber enciclopédico, culturalmente globalizado, y un saber situado en nuestro lugar en el mundo. En el contexto de América Latina somos un referente de calidad académica”, destaca. Pero Longinotti advierte que que estamos más abiertos a influencias que a cambios, lo cual se traduce en un obstáculo para la transformación profunda: “Los estudiantes aportan las ‘influencias’ (looks, tendencias, etc.) pero las estructuras curriculares no saben muchas veces transformarlas en cambios de fondo”.

En cuanto a la pedagogía, Bernatene observa paradojas en el comportamiento de los talleres centrales: “Son bastante cerrados y conservadores en su estructura pero favorecen la transgresión e innovación. Las materias complementarias sirven para poner en crisis lo que se hace en los talleres”.

En tanto, la DG Mónica Pujol, directora de vinculación académica de la FADU-UBA, señala como aspecto central “el acuerdo en la gran mayoría de las casas de estudios por contextualizar la enseñanza del diseño en nuestro momento histórico y social, y revisar muchos conceptos que hoy no pueden dar respuesta al crecimiento del campo disciplinar. Lo resume el cambio que significa la relación que se planteaba del término diseño con el dibujo, a la relación del diseño con el pensamiento estratégico y la innovación”. Para Pujol, hoy más que nunca “es necesario pensar sobre la mutación del proyecto, que propone un cambio en los paradigmas pasando del producto al proceso, del objeto al contexto, del autor al equipo, del comitente al problema. Pero, sobre todo, concibiendo la tarea proyectual y su enseñanza desde desarrollos sociales, identidades locales, profundizaciones regionales”.

De autonomías e interacciones

La independencia del diseño respecto de la arquitectura ya es total, dicen los expertos. Aunque el beneficio de compartir un espacio físico, como ocurre en la FADU, resultaría enriquecedor. “Ese espacio hoy no es una realidad: todos los diseños se suman en un proyecto de arquitectura pero eso no está en la conciencia de la gente. Por ejemplo, podría hacerse prefabricación de vivienda social integrando las visiones de arquitectura y diseño... pero no se hace y eso es desaprovechar la potencialidad”, dice Leiro.

Ricardo Blanco, director del posgrado Diseño de Mobiliario y titular de la primera cátedra que a los 20 años tuvo su libro (Comtools, 2005), también ve conveniente que la arquitectura ponga más el ojo en los diseños: “Que encare algún encuadre pedagógico como lo hacen los diseños. La relación con ingeniería sería factible, pero como una variante más, sobre todo si se pretende que ésta se modifique; pero los mecanismos de pensamiento de la ingeniería y los del diseño son polares, uno es convergente y otro es divergente”.

Según Galán, la inserción del diseño dentro de otras disciplinas tiene ventajas y desventajas: “Al ser nuestra arquitectura tan fuerte en lo urbano y territorial, ofrece una base interesante para que el diseño tome lo territorial como marco. Hay algunas gestiones proactivas pero también incomprensión hacia la dinámica del diseño en algunos aspectos. Lo que se debe entender es que éste es el momento del diseño, porque tomó posición en el mapa y modificó así el status de otras disciplinas. También debemos verlo en relación a la ciencia y la tecnología y a la necesidad de perfiles de gestión”.

Entonces, la especificidad absoluta del diseño se torna un poco anacrónica. Así opina Longinotti: “La arquitectura contemporánea está transitando temas como la inmaterialidad y la idea de ambientación, y el arte actual se desarrolla a través de proyectos, conceptos e interfases tecnológicas que están muy cerca, nuevamente, del mundo de los diseñadores. Creo que el paradigma de la autonomía es anticuado. Prefiero hablar de hibridación y complejidad”.

Del otro lado del claustro

La bajada de los conceptos al plano laboral real se ve afectada por la ausencia de planificación industrial en el país. Esa atmósfera se toma agobiante para egresados que también encuentran, allá afuera, que la sociedad desconoce su disciplina.

“El escenario social industrial del país es retrógrado, adicto a las soluciones simples y mágicas. En este sentido, la instancia académica debe formar para futuros posibles más que para abastecer una demanda presuntamente concreta. El aspecto social, específicamente, ha estado siempre presente en la formación. Creo que la mejor tradición es la de haber entendido al diseñador como un proyectista con visión de conjunto, y no como un técnico especializado, narcotizado por una extraña noción de la eficacia”, comenta Longinotti.

“Desde su origen, la Universidad ha sido un estadio de formación para el pensamiento humanista y no tan solo profesional. Allí estriba la diferencia con un politécnico. Esto conlleva que siempre hay que realizar una práctica posterior a las carreras de grado para redondear el perfil del diseñador”, coinciden Frigerio y Galán, quien sostiene que insertarse es una readaptación completa y la universidad debiera apoyar con educación continua ese escenario externo.

De allí, se desgrana la necesidad de los posgrados y las especializaciones, un nicho aún en desarrollo. “La oferta actual es modesta pero en desarrollo. En la UBA están: GED (Gestión Estratégica de Diseño), DIMO (Diseño de Mobiliario) y DIPA (Diseño de productos para la Arquitectura) y más conceptual, DICOM (Diseño en Comunicación) que ahora es maestría y propone la integración y la investigación en los diversos diseños”, explica Ricardo Blanco.

A cargo del GED, Leiro opina que es preciso formar diseñadores que puedan protagonizar decisiones de diseño, que interpreten el mercado para vincularse mejor en el terreno comercial. “El interés del alumno argentino en los posgrados, se minimiza por su necesidad de trabajo y la falta de tiempo para seguir formándose”.

El director del DICOM, Longinotti, indica que “La dimensión cultural del diseño requiere herramientas más inteligentes para la reflexión y la acción. En este sentido se han ido generando posgrados que dan cuenta de esta necesidad de entender más críticamente lo que hacemos.

Sobre la preparación para pararse al frente de las aulas, hoy la UBA cuenta con una carrera docente en diseño que, para Galán, es uno de los motores que han hecho cambiar la enseñanza. Todavía no tiene el impacto absoluto en los docentes pero tiende a abandonar las prácticas ritualizadas y de taller. Se va en busca de un profesional más reflexivo. Con una sola medida aislada no basta: contar con una maestría académica para nutrir el núcleo básico de docentes de diseño haría luego profesionales autónomos. Hacen falta maestrías para especializaciones laborales también y así abastecer tanto lo privado como lo académico. La formación de grado es básica e insuficiente a la hora de las especializaciones. La agroindustrial, por ejemplo, sería fundamental en nuestro país y debiera proyectarse por regiones, buscando la agenda local. Esta tendencia ya comenzó e impacta relativamente sobre la enseñanza de taller”.

Según Frigerio, la carrera docente es imprescindible: “No necesariamente un buen profesional es un buen docente, cuestión ésta que en la cultura de la facultad no esta blanqueada. Dentro de la estructura de la FADU, la carrera docente debería aparecer con alguna manifestación de su necesidad. Una posibilidad sería plantear a los docentes la obligatoriedad de cursar algunos módulos básicos. Otra, pasaría por tener una valorización curricular de ese título en la instancia de los concursos”.

Convocantes

Tras la visualización del acercamiento masivo a las carreras de diseño, el Ministerio de Educación las declaró prioritarias para el 2008. ¿A qué responde tanta convocatoria? “El dominio estético ha dejado de ser tabú o reducto selecto de una minoría; porque las capacidades de simbolización han adquirido la legitimación que siempre debieron tener”, dice Bernatene. “Porque el diseñador es un agente de introducción de nuevas tecnologías y el campo del diseño está en una de las calificaciones más altas de la escala laboral”, suma Galán, para quien, la oferta estatal, se fortalece por su administración de conocimiento estratégico en función del proyecto país. Desde la UP, Daniel Wolf cree que “en las privadas la innovación encuentra canales menos esclerosados”.

Mientras tanto, se hurga en las modalidades de enseñanza cada vez con mayor ahínco: hace un mes, la red diSur que integran 14 universidades públicas, se reunió con asociaciones brasileñas, mexicanas y chilenas de enseñanza del diseño para discutir en la FADU los marcos ideológicos, la dinámica de enseñanza y los criterios de validación de los diseños en el futuro inmediato. “Crecimiento y diversificación son parte de ese futuro. El primero, porque en la mayoría de las facultades los frutos de la investigación están llegando al grado. Diversificación, porque el perfil de los egresados permite un abanico de trabajos impensados en años anteriores, tendencia que irá en aumento”, resume Bernatene con optimismo. Al respecto, Longinotti dice que la carrera de grado es perfectible, que debería mejorar su profundidad crítica y así “evitar el achatamiento intelectual, y también reinterpretar la formación tecnológica: formar diseñadores que incorporen un pensamiento tecnológico profundo, que entienda proceso y objetos del diseño como acciones de transformación profunda de la vida cotidiana, y no como cosméticas del show o el marketing de medio pelo”.

En Soledad Aguado, “El diseño rinde examen”, Revista DNI, Nº 4, Ed. Clarín, Buenos Aires, Setiembre 2008.

sábado, 11 de abril de 2009

IAC - Gil Casazza - 2007 - Trabajos Practicos


IAC - Gil Casazza - 2007 - Maquetas









IAC - Gil Casazza - 2008 - Trabajos Practicos

Partes de algunas entregas finales de cuatrimestre.






IAC - Gil Casazza - 2008 - Maquetas









IAC - Gil Casazza - Alumnos trabajando en Taller





Historia II - Gil Casazza - 2008

Estas hojas son partes de Trabajos Practicos elaborados por alumnos durante la cursada 2008.









Proyectual I - 2008 - Borradores y Trabajos Practicos