jueves, 26 de junio de 2008

"Cocina y delibery"

Juan Molina y Vedia, "Cocina y delibery"

Nuestros dedos, con roces apenas leves sobre las mansas teclas, nos presentan instantáneamente innumerables "opciones" de partes de proyectos ya cocinados por algún desconocido operador lejano. Cortar y pegar. Repitiendo esa doble acción tendremos pronto un proyecto Frankenstein con el que presurosos nos presentamos en las colas del ploteo final.
Entre la cocina de un proyecto y lo que podríamos llamar el "delivery" hay cuestiones quizá descuidadas.
Lo que importa es cuidar que la máquina no tome nuestro papel y nosotros nos alejemos del pensar propio, de vivir pasiones auténticas, no prestadas o pedidas al algún servicial delivery, proveedor de imágenes de moda.
La imagen de un gordo engullendo pop-corns, hipnotizado frente a la lumbre plateada de un televisor exagera la del consumidor-consumido, que podemos ser nosotros si no advertimos como nos fueron llevando del antiguo "cocinar" al cómodo "delivery".


Clarin Arquitectura 12.10.04

domingo, 1 de junio de 2008

House in Hokkaido








da Domus 914 maggio 2008



Malgrado il paesaggio sia escluso dal nucleo domestico, e l'esterno non sia mai percepibile in maniera diretta, la presenza della natura pervade lo spazio sotto forma di luce. Design Jun Igarashi. Testo Francesca Picchi. Foto Seiya Miyamoto. La casa in Hokkaido è un esercizio d'introversione di cui Jun Igarashi si serve per elaborare un rapporto sottile tra interno ed esterno, tra ambiente e paesaggio, tra architettura e natura. Poiché il paesaggio non entra all'interno, non interferisce con le visioni domestiche. Fanno eccezione le finestrelle sul lato orientale della costruzione concepite, infatti, come piccoli belvederi domestici con un proprio apparato di arredo. A ulteriore protezione, tutti gli spazi di servizio – scale, antibagno, pianerottoli, soste – sono allineati lungo il lato nord affacciato su strada per funzionare da filtro fra dimensione pubblica e privata.La distribuzione si costruisce attorno allo spazio centrale con funzioni di ingresso/soggiorno/cucina scavato nel suolo – scende infatti di quota – con il pretesto di dare ariosità all'insieme: in realtà sembra quasi servire a radicare la casa al terreno, adagiandola nel grembo umbratile della terra come una caverna di ispirazione contemporanea.Il tema della caverna – il "mondo chiuso", descritto de Bachelard, "dove lavora la materia stessa dei crepuscoli" – può servire a spiegare il lavoro di Igarashi che precisa proprio di aver voluto creare uno "spazio primitivo". Forse è per riuscire a esorcizzare e a invertire gli attributi primi della caverna – l'oscurità – che Igarashi lavora per opposizione creando uno spazio intimo che vive ammantato di luce."Rettangolo di luce" è il nome del progetto: tutto ruota intorno all'invenzione di un dispositivo architettonico (uno spazio-filtro ricavato sul lato meridionale) studiato per catturare la luce del sole e diffonderla all'interno dello spazio domestico. Questa scatola luminosa fa piovere una luce diffusa, bianchissima, su ogni angolo della casa facendola apparire un'emanazione spontanea, una presenza intrinseca dello spazio.Per entrare in casa, si sale e, poi, si scende: un percorso d'accesso vagamente tortuoso per sottolineare la rottura di ogni legame con l'esterno. Ogni traccia della natura è esclusa dalla casa per rientrarvi, sublimata, nella dimensione assoluta, astratta, della luce che pervade lo spazio cambiando intensità e temperature con il variare delle ore del giorno. Le pareti paiono rivestite da un liquido luminoso che inonda lo spazio come nella strana aura di beatitudine che sembra aleggiare sulla stanza all'ultimo piano adibita a camera da letto o, forse, dei sogni.

El maestro guarnicionero. Adolf Loos.


En ornamento y delito. Colección Arquitectura y Critica. G. G.
Segunda edición. 1980. Barcelona, España. Pág. 90.


Érase una vez un maestro guarnicionero, un maestro hábil y bueno. Hacía sillas de montar con una forma tal que en nada recordaban a las de pasados siglos. Ni a las turcas o japonesas.
Es decir, sillas de montar modernas. Pero él no lo sabía. Sólo sabía que hacía sillas de montar. Tan bien como le era posible.
Llegó a la ciudad un curioso movimiento. Se llamaba Secession.
Pedía que sólo se produjeran artículos de consumo modernos.
Cuando el maestro guarnicionero oyó esto, cogió una de sus mejores sillas y se fue con ella a ver a un dirigente de la Secession.
Y le dijo: «Señor profesor —ya que el hombre interpelado lo era, pues los dirigentes de este movimiento fueron nombrados enseguida profesores—, ¡señor profesor!, he oído hablar de sus
Pretensiones. Yo también soy un hombre moderno. A mí también me gustaría trabajar de acuerdo con lo que es moderno. Dígame usted: esta silla de montar, ¿es moderna?»
El catedrático observó la silla y dirigió al maestro un largo discurso del que solamente distinguió las palabras arte y artesanía, individualidad, moderna, Hermann Bahr Ruskin, artes aplicadas, etc., etc. Pero el resultado fue: No, esta silla no es una silla de montar moderna.
El maestro se marchó de allí avergonzado. Y pensó, trabajó, y volvió a pensar. Pero a pesar de que se esforzaba mucho en cumplir las pretensiones del profesor sacaba siempre el mismo Modelo de silla de montar.
Afligido, se fue otra vez a ver al profesor. Le contó su pena.
El profesor observó los intentos que había realizado el maestro y le dijo: «Querido maestro, usted no tiene fantasía. Sí, sí, era esto. Evidentemente, él no tenía fantasía. ¡Fantasía! Pero no sabía que en la actualidad fuera precisa para hacer sillas de montar.
Si la hubiese tenido, seguramente se habría hecho pintor o escultor. Escritor o compositor. Pero el profesor le dijo: «Venga mañana otra vez. Estamos aquí para fomentar la industria y fecundarla con ideas nuevas. Quiero ver lo que puede hacerse por usted».
Y en su clase, propuso el siguiente concurso: Un proyecto de silla de montar.
Al día siguiente, llegó el maestro guarnicionero. El profesor pudo enseñarle 49 proyectos de sillas de. Montar. Sólo tenía 44 alumnos, pero cinco proyectos los había hecho él. Tenían que pasar a estudio por su interés. Durante largo rato miró el maestro los dibujos y sus ojos se iban aclarando cada vez más. Luego dijo: «Señor profesor, si yo supiera tan poco de cabalgar, de caballos, de la piel y del trabajo de ésta como ellos, también tendría fantasía».
Y vive feliz y contento.
Y hace sillas de montar, ¿modernas?
Lo ignora. Sillas de montar.