Existen veintiséis carreras de grado de diseño en las universidades argentina Existen corrientes ideológicas convergentes en ellas y una sensación nueva, la de reconocer el contexto regional y el lugar en el mundo para el diseño. También existe la apremiante necesidad de vincularse (aquí con alto conocimiento de causa) a la realidad industrial y social. Y de fomentar la educación continua.
Al hablar de ideología fundante, es inevitable mencionar a
Para algunos, los conceptos ulmitas se arrastran hasta la actualidad. Para otros, ya son pasado pisado.
Los últimos veinte años, según Enrique Longinotti, -quien fuera director de la carrera de Diseño Gráfico, hoy al frente del posgrado Dicom-, han puesto en duda toda la doctrina de la austeridad estética y el programa de necesidades en los desarrollos metodológicos. “Las visiones alternativas hacen hincapié en la capacidad de significar y simbolizar por encima de la simple interpretación de la necesidad funcional. En este sentido, las carreras de diseño actuales se conectan cada vez más con estos aspectos expresivos e identitarios, y recuperan la diversidad y pluralidad propias de la posmodernidad, pero también sus confusiones y malentendidos. Sin embargo, y quizás prolongando los malentendidos, en estos tiempos ha recrudecido una reacción «noventosa», que entiende al diseñador como operador del mercado, simple eslabón en la cadena de valor y por lo tanto, adaptable y adaptado”. Por suerte, siempre según
Longinotti, “también hay criterios que apuestan a la capacidad innovadora que tiene la didáctica del diseño para el mismo diseño, en su futuro accionar en lo real, buscando transformaciones más que seguridades”. En ese sentido, el diseñador señala que las largas horas de taller heredadas de la arquitectura ponen el énfasis en la resolución formal, mientras que la enseñanza actual sobreentiende que el diseñador debe ser “todo terreno”.
Rosario Bernatene, DI y profesora de Historia del diseño en
La pedagogía argentina se presenta dinámica, abierta a los cambios. Más allá de las influencias, María Carmen Frigerio, una de las autoras de “Acerca de la enseñanza del diseño”, explica que el desafió actual pasa por “encontrar el modelo entre un saber enciclopédico, culturalmente globalizado, y un saber situado en nuestro lugar en el mundo. En el contexto de América Latina somos un referente de calidad académica”, destaca. Pero Longinotti advierte que que estamos más abiertos a influencias que a cambios, lo cual se traduce en un obstáculo para la transformación profunda: “Los estudiantes aportan las ‘influencias’ (looks, tendencias, etc.) pero las estructuras curriculares no saben muchas veces transformarlas en cambios de fondo”.
En cuanto a la pedagogía, Bernatene observa paradojas en el comportamiento de los talleres centrales: “Son bastante cerrados y conservadores en su estructura pero favorecen la transgresión e innovación. Las materias complementarias sirven para poner en crisis lo que se hace en los talleres”.
En tanto,
De autonomías e interacciones
La independencia del diseño respecto de la arquitectura ya es total, dicen los expertos. Aunque el beneficio de compartir un espacio físico, como ocurre en
Ricardo Blanco, director del posgrado Diseño de Mobiliario y titular de la primera cátedra que a los 20 años tuvo su libro (Comtools, 2005), también ve conveniente que la arquitectura ponga más el ojo en los diseños: “Que encare algún encuadre pedagógico como lo hacen los diseños. La relación con ingeniería sería factible, pero como una variante más, sobre todo si se pretende que ésta se modifique; pero los mecanismos de pensamiento de la ingeniería y los del diseño son polares, uno es convergente y otro es divergente”.
Según Galán, la inserción del diseño dentro de otras disciplinas tiene ventajas y desventajas: “Al ser nuestra arquitectura tan fuerte en lo urbano y territorial, ofrece una base interesante para que el diseño tome lo territorial como marco. Hay algunas gestiones proactivas pero también incomprensión hacia la dinámica del diseño en algunos aspectos. Lo que se debe entender es que éste es el momento del diseño, porque tomó posición en el mapa y modificó así el status de otras disciplinas. También debemos verlo en relación a la ciencia y la tecnología y a la necesidad de perfiles de gestión”.
Entonces, la especificidad absoluta del diseño se torna un poco anacrónica. Así opina Longinotti: “La arquitectura contemporánea está transitando temas como la inmaterialidad y la idea de ambientación, y el arte actual se desarrolla a través de proyectos, conceptos e interfases tecnológicas que están muy cerca, nuevamente, del mundo de los diseñadores. Creo que el paradigma de la autonomía es anticuado. Prefiero hablar de hibridación y complejidad”.
Del otro lado del claustro
La bajada de los conceptos al plano laboral real se ve afectada por la ausencia de planificación industrial en el país. Esa atmósfera se toma agobiante para egresados que también encuentran, allá afuera, que la sociedad desconoce su disciplina.
“El escenario social industrial del país es retrógrado, adicto a las soluciones simples y mágicas. En este sentido, la instancia académica debe formar para futuros posibles más que para abastecer una demanda presuntamente concreta. El aspecto social, específicamente, ha estado siempre presente en la formación. Creo que la mejor tradición es la de haber entendido al diseñador como un proyectista con visión de conjunto, y no como un técnico especializado, narcotizado por una extraña noción de la eficacia”, comenta Longinotti.
“Desde su origen,
De allí, se desgrana la necesidad de los posgrados y las especializaciones, un nicho aún en desarrollo. “La oferta actual es modesta pero en desarrollo. En
A cargo del GED, Leiro opina que es preciso formar diseñadores que puedan protagonizar decisiones de diseño, que interpreten el mercado para vincularse mejor en el terreno comercial. “El interés del alumno argentino en los posgrados, se minimiza por su necesidad de trabajo y la falta de tiempo para seguir formándose”.
El director del DICOM, Longinotti, indica que “La dimensión cultural del diseño requiere herramientas más inteligentes para la reflexión y la acción. En este sentido se han ido generando posgrados que dan cuenta de esta necesidad de entender más críticamente lo que hacemos.
Sobre la preparación para pararse al frente de las aulas, hoy
Según Frigerio, la carrera docente es imprescindible: “No necesariamente un buen profesional es un buen docente, cuestión ésta que en la cultura de la facultad no esta blanqueada. Dentro de la estructura de
Convocantes
Tras la visualización del acercamiento masivo a las carreras de diseño, el Ministerio de Educación las declaró prioritarias para el 2008. ¿A qué responde tanta convocatoria? “El dominio estético ha dejado de ser tabú o reducto selecto de una minoría; porque las capacidades de simbolización han adquirido la legitimación que siempre debieron tener”, dice Bernatene. “Porque el diseñador es un agente de introducción de nuevas tecnologías y el campo del diseño está en una de las calificaciones más altas de la escala laboral”, suma Galán, para quien, la oferta estatal, se fortalece por su administración de conocimiento estratégico en función del proyecto país. Desde
Mientras tanto, se hurga en las modalidades de enseñanza cada vez con mayor ahínco: hace un mes, la red diSur que integran 14 universidades públicas, se reunió con asociaciones brasileñas, mexicanas y chilenas de enseñanza del diseño para discutir en
En Soledad Aguado, “El diseño rinde examen”, Revista DNI, Nº 4, Ed. Clarín, Buenos Aires, Setiembre 2008.